María, el azulejo negro que
quedó en la pared de la cocina, tiznada por tanto carbón me acuerda mucho más a
tus ojos, las curvas de tu cabello me martirizan
la piel, y cada vez que recuerdo pienso en lo miserable que me dejaste en ese
momento preciso.
Me encuentro en la trinchera
de un sótano vacío, me quede solo en la casa antigua, no hago más que
reproducir un viejo LP de Fréderic Chopin, y leer un libro de Julio Cortázar,
lo he repasado un millón de veces, me la sé de memoria, es desesperante saber qué
es lo que va a pasar en una historia una y otra vez, es la trinchera de mi vida,
en plena batalla lucho por seguir y
ganar esta guerra entre ideas aterradoras y magia negra.
Ahora en lo que estaba
cocinando y debido al frio de estos días me salió una frase muy tuya, “achichachi” y recordé, miré por todas
las direcciones y apareciste tú al comienzo, con un ímpetu de cariño y dulzura,
para luego pasar en un fuego de melancolía y tristeza por las últimas cartas
que me dejaste, debido a un muy mal malentendido.
Solo quiero que sepas que me
encuentro bien, el boticario trata de curar mi ansiedad mediante buena
alimentación y sano ejercicio, por otro lado te comento que el dinero no me
falta, llega cada fin de mes de las exportaciones, no me quejo, la fábrica de
sueños sigue en pie y el mercado sigue creciendo, abarca una gran demanda de
almas rotas y los productos cada vez van mejorando en calidad.
Me imaginare el repudio que
debe darte en la cara al recibir esta carta, solo quería escribirte, no se aún
el motivo, te cuento al final que me siento aburrido abollado y feliz, el Dr. Tarántula
me dice que eso es lo peligroso que
cuando uno siente cuando se olvida de cosas importantes impuestas por la
sociedad, es un costo alto el que se tiene que pagar, el precio por amarse a
uno mismo, sin embargo a ratitos mínimos pienso en ti, casi nunca, pero al
momento en el que sí, llega de manera abundante y con gran fuerza, como un
disparo de una escopeta de perdigones a la nariz, llega a martirizar y a doler,
seguido de un gran odio y rencor.
Estoy a punto de bañarme en
este momento, y la verdad ya no hay más tinta de lágrimas, se está agotando,
pues sinceramente no he fabricado más, porque los llantos cesaron y los del
club de príncipes antisociales han puesto cloro al negro de mi alma, así que
tal vez de esta manera deje de escribirte, una vez más.
Como es de costumbre, no
recibiré respuesta tuya alguna y tampoco
la deseo, pienso que la lógica de mis actos me separa de la tentativa de tu
piel.
Con mucho respeto y
dedicación, Luis.
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Luis,
03 de junio del 2019.
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